Por Josué I. Hernández
La exhortación de Pablo a Timoteo de prestar atención cuidadosa a la lectura (cf. 1 Tim. 4:13; 2 Tim. 3:15-17), indica el perseverante estudio del texto sagrado, atendiendo a la palabra profética que nos ha sido confirmada y que ilumina en la oscuridad (2 Ped. 1:20,21). Los cientos de citas del Nuevo Testamento de pasajes del Antiguo Testamento ayudan a desvelar el “misterio de Cristo” que no se dio a conocer en otras generaciones, como ahora lo ha sido (Ef. 3:4,5). Si dejamos que la Biblia sea su propio intérprete, entonces, y sólo entonces, las diversas herramientas de estudio bíblico serán útiles para ayudarnos en el esfuerzo por comprender el texto sagrado.
Algunas ventajas
Algunos peligros
El elitismo intelectual. La erudición bíblica no es suficiente (cf. Jn. 5:39; Mat. 22:29). La erudición académica no equivale a la solidez bíblica. Es más, tal conocimiento fácilmente puede llevar a la arrogancia (cf. 1 Cor. 8:1). Saber lo que dice un comentario no equivale a usar bien la palabra de verdad (2 Tim. 2:15). Saber lo que se ha dicho sobre un texto no significa entender lo que dice el texto. La confianza en los hombres pone en peligro nuestras almas (cf. Jer. 17:5-7).
Conclusión
Si usted está dejando que la Biblia sea su propio intérprete, y confía en su celestial mensaje, le recomendamos los comentarios de Bill H. Reeves y Wayne Partain, los cuales hasta la fecha se ofrecen gratuitamente al lector que los solicita en este sitio: www.waynepartain.com