
Por Josué I. Hernández
La hermandad hará bien en prestar mucha atención a cómo Pablo se comportó en Corinto, “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Cor. 2:1-5).
“Ten cuidado de ti mismo y de
la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a
los que te oyeren” (1 Tim. 4:16).