El predicador y la tecnología



Por Josué I. Hernández

 
Vivimos en un momento de la historia en el cual la adquisición y comunicación de datos es más asequible que nunca. La facilidad y libertad para transmitir información no tiene precedentes. Sin embargo, esto implica ventajas y desventajas para el predicador del evangelio. Sin duda alguna, el acceso a la internet permite al predicador ingresar con facilidad al mundo digital, pero, este acceso ofrece tanto beneficios como también peligros.
 
Beneficios
 
Si entendemos que la labor del predicador es conocer la palabra para predicarla con eficiencia (cf. 2 Tim. 2:15; 4:2,5), el acceso a herramientas para el estudio bíblico serio, y a un clic de distancia, es una bendición. La literatura para el estudio bíblico que ahora podemos obtener supera con creces las capacidades de cualquier biblioteca que algún predicador hubiese reunido en el pasado. Aquellas bibliotecas costaron cientos, o miles, de dólares, y requerían una oficina adecuada. Los estudios bíblicos que antes tomaban días, ahora se pueden realizar en horas, e incluso, en minutos, sin la necesidad de usar un sistema numérico para buscar las características de una palabra en un libro de referencia diferente. Es más, las herramientas digitales de estudio bíblico que hace unos pocos años instalábamos en nuestras computadoras, ahora están disponibles en la web de forma gratuita. Luego, hay programas de pago que son excelentes, pero también hay opciones gratuitas.
 
Tenemos la bendición de conectarnos con otros usando un smartphone. El predicador puede pregonar la palabra mediante videos y audios, e incluso, mediante video conferencias. Estos videos se pueden publicar y compartir en las redes sociales o en el sitio Web de la iglesia.
 
Con una facilidad sin precedentes, el predicador puede complementar su exposición bíblica con elementos visuales que ilustran el mensaje y facilitan su comprensión. Proyectar pasajes bíblicos, mapas, e ilustraciones, sin duda alguna, ayuda a toda la audiencia a enfocarse en el mensaje celestial.
 
Peligros
 
El predicador debe permanecer atento a los peligros que conlleva el acceso fácil y rápido al mundo de la información digital. Por ejemplo, es fácil, muy fácil, ir a Google y extraer “retazos” de las conclusiones de otros, en lugar de estudiar la Biblia por uno mismo. El resultado del “copy paste” puede resultar en una predicación con errores doctrinales o, como mínimo, en una predicación superficial.
 
Existe el peligro de distraerse de las responsabilidades inmediatas por enredarse en actividades innecesarias que absorben el tiempo, o en discusiones que no adornan la doctrina de Dios nuestro Salvador (Tito 2:10).
 
El mal uso de las herramientas de presentación puede perjudicar la predicación del consejo de Dios, ya sea por el uso de elementos visuales innecesarios, que distraen y estorban, o que dificultan la capacidad del auditorio para procesarlos, por ejemplo, contraste deficiente, colores discordantes, tipografías muy pequeñas, etc.
 
Consejos
 
Los libros que en la internet se ofrecen, por muy excepcionales que sean, no son la palabra de Dios. Si bien es cierto, que el predicador reconocerá el valor de herramientas sólidas para el estudio bíblico serio, permanecerá comprometido con la palabra de Dios, no con el comentario de los hombres.
 
El fiel predicador mantendrá sus ojos abiertos, y procurará abrir los ojos de su auditorio, al estudio de la Biblia misma (estudio inductivo); por lo tanto, frecuentemente volverá a la Biblia, fiel depósito de la verdad divina, para atesorar y saborear su mensaje (Job 23:12; Sal. 19:10,11).
 
Las redes sociales pueden ser un espacio de predicación o de distracción, pueden servirnos para sembrar la semilla o pueden adueñarse de nuestro tiempo y energía. Debemos controlar las redes, y no dejar que las redes nos controlen.
 
Aprenda las reglas para un soporte visual de calidad. No permita que una presentación con información distractora oculte el significado y aplicación de la palabra de Dios. Es bueno que las dispositivas ilustren con sobriedad la predicación de la palabra. Sin embargo, no es bueno predicar las diapositivas.