Incapaces de aprender



Por Josué I. Hernández

 
El Señor Jesucristo dijo que hay quienes son incapaces de aprender. Se han impuesto ciertos obstáculos, o tropiezos, a su propio camino, y hasta que no los eliminen, no apreciarán la verdad. “Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mat. 13:13-15).
 
Con los oídos tapados, los ojos cerrados, y los corazones endurecidos, es imposible aprender la verdad. El pueblo del tiempo de Cristo tenía la capacidad para aprender, pero no tenían la voluntad para hacerlo. Este es el principal problema por el cual algunos hermanos no logran aprender plenamente la verdad.
 
El plan de Dios no concluye cuando llegamos a ser salvos (cf. Mar. 16:16). El plan de Dios es que lleguemos al pleno entendimiento de la verdad, es decir, que crezcamos para salvación (1 Ped. 2:2). Pablo dijo que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4), “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:13). Sin embargo, el plan de Satanás es diferente, que algunos siempre estén aprendiendo pero que nunca lleguen al pleno conocimiento de la verdad (2 Tim. 3:7).
 
El prejuicio ha enceguecido los ojos del entendimiento de algunos hermanos al punto que, simplemente, no aceptan la enseñanza. Mientras la desinformación del sectarismo avanza en los corazones de los religiosos de la llamada cristiandad, hermanos divisionistas inician la circulación de rumores, y epítetos feos, que provocan temor, e incluso, rechazo, en los hermanos más honestos; y el miedo a la oposición ha impulsado a algunos hermanos a alinearse con la causa, o movimiento, más popular o aceptable, en lugar de seguir la verdad en amor (Ef. 4:15).
 
Una acumulación de errores y medias verdades ha obstruido la enseñanza de la sana doctrina, y hasta que no limpien sus corazones del error, estos hermanos serán incapaces de aprender, a pesar de la “enseñanza positiva” que solicitan y reciben.
 
Sencillamente, no habrá lugar para la “enseñanza positiva” sin la necesaria “enseñanza negativa”. Antes de plantar y cultivar debemos limpiar el terreno de malezas y piedras, ¿me equivoco? La enseñanza equilibrada involucra condenar el pecado y llamar al arrepentimiento, ¿habrá perdón de pecados y esperanza de vida eterna sin el arrepentimiento? 

La ceguedad espiritual de algunos hermanos es tal, que no quieren aprender cómo se reconoce la autoridad bíblica, cuál es la diferencia entre la obra de la iglesia local y la obra del individuo, o cómo la iglesia local debe disciplinar a un miembro en pecado. En semejante caso necesitamos volvernos a lo más básico, y empezar desde cero, sentando las bases para una construcción sólida paso a paso. No podemos construir con solidez sobre fundamento defectuoso.
 
El sabelotodo es incapaz de aprender. No llegará al pleno entendimiento de la verdad hasta que reconozca que la sabiduría no perecerá con él, y que la palabra del Señor permanecerá para siempre. Cuando uno madura en Cristo, su apreciación de las verdades que ya conoce va profundizando y fortaleciéndose, y entiende cuánto necesita seguir estudiando, deteniéndose a menudo para examinarse a sí mismo con humildad, “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña” (Gal. 6:3).  
 
Los cristianos necesitamos seguir la verdad en amor para alcanzar el pleno conocimiento de Cristo. Es necesario someter nuestra voluntad a la plena luz de la verdad que nos guía por el buen camino. No seamos de los que siempre están aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad (2 Tim. 3:7).