Lidiando con los días de la creación


 
Por Bob Waldron
 
 
Actualmente existe una controversia sobre los días de la creación descritos en Génesis 1: ¿Son días literales? ¿Son días consecutivos y literales, o hay períodos de miles, o incluso, millones, de años entre ellos? Las discusiones son intensas y, a menudo, muy técnicas, especialmente para quienes no tienen los conocimientos técnicos.
 
Dos enfoques opuestos
 
A uno lo llaman “presuposicional” y al otro “evidencial”. Estos dos términos pretenden ubicar con facilidad a personas que están en posiciones diferentes en cubículos adecuados. Los que son “presuposicionales” parten de suposiciones que tienen, y someten la evidencia a ellas. Los “evidencialistas” observan la evidencia, objetiva y racionalmente, e interpretan la Biblia en consecuencia.
 
En relación con la creación, el llamado “evidencialismo” implica que los científicos, que examinan las rocas y otras evidencias físicas, llegan a la conclusión de que la tierra y el universo tienen miles de millones de años; entonces, recurren a la Biblia y procuran una interpretación que se ajuste a sus propios hallazgos. Por lo tanto, el factor principal en el que se confía es la tierra física y lo que ella parece decir. De este modo, al libro de la naturaleza se le otorga un lugar primordial, que determina lo que significa su revelación.
 
Por otro lado, los llamados presuposicionalistas simplemente aceptan el supuesto de que la Biblia es la palabra de Dios e interpretan todos los fenómenos del mundo de manera que se ajusten a lo que la Biblia dice.
 
Uno de los ejemplos favoritos que un evidencialista utilizaría contra el presuposicionalismo es la posición de la Iglesia Católica sobre la naturaleza del sistema solar. La posición de la Iglesia medieval era que la tierra era el centro del sistema solar. Sin embargo, Galileo vio a través de su telescopio que no era así. Poco a poco, las observaciones de Galileo, y otros, obligaron a la Iglesia a cambiar su visión de la naturaleza del mundo.
 
Permítanme expresar uno o dos contrastes más que me vienen a la mente. Uno se refiere a la fecha del Éxodo: ¿Es la fecha del Éxodo 1290 o 1450 A.C.? ¿La fecha tardía o la fecha temprana? Probablemente, la mayoría de los estudiosos sostienen la fecha tardía de 1290, y las razones son principalmente arqueológicas. Pero, la Biblia dice en 1 Reyes 6:1 que el cuarto año de Salomón fue el año 480 desde que Israel salió de Egipto. Hay declaraciones como la fe Jefté (Jue. 11:26), de que Israel habitó en Hesbón y sus aldeas, etc., durante 300 años.
 
Muchas de las posiciones de los arqueólogos modernos se sostienen con antagonismo hacia la Biblia y sin ningún respeto por su exactitud.  Así, tenemos un rechazo de la versión bíblica de Éxodo, y la creencia de que hubo tribus hebreas en distintos momentos que invadieron la tierra, y que todas ellas se fusionaron en un solo relato al final de la historia israelita. Estos arqueólogos argumentarían que deben aceptar la evidencia como la ven. El problema es que dan mucha más importancia a sus propios pensamientos y observaciones que a las sagradas Escrituras. No tienen suficiente respeto por la Biblia como para preguntarse: “¿Qué alternativas podríamos considerar para conciliar lo que hemos encontrado con la Biblia?”. Algunos han dicho: “Si no fuera por la declaración de 1 Reyes 6:1, me vería en la obligación de aceptar la fecha tardía”. Para otros, la afirmación de 1 Reyes 6:1 no tiene peso alguno.
 
A veces la Biblia usa lenguaje figurado que se ha interpretado literalmente, y la realidad nos ha ayudado a comprender que el lenguaje en cuestión es figurado. El caso de Galileo lo ilustra. La Biblia utiliza un lenguaje, como lo hacemos nosotros, de que el sol sale y se pone, y nos conviene más hacerlo así, porque, en la práctica, esa es la apariencia de las cosas. Pero, una cosa es usar la realidad, la ciencia, y el descubrimiento para corregir una aplicación errónea del lenguaje figurativo o indefinido, y otra muy distinta es usar tales cosas para contradecir afirmaciones muy claras y directas de las Escrituras.
 
El contraste
 
El presuposicionalista. Me opongo al término “presuposicionalismo” porque implica dos cosas que no son ciertas. Implica que yo, como alguien que acepta el registro bíblico como inspirado, no tengo razones para mi posición, solo suposiciones. Luego, implica que el científico no parte de ninguna suposición, pero la historia de la ciencia está plagada de suposiciones que luego se demostraron erróneas.
 
¿Presuposiciones? ¿Acaso doy por sentado que la Biblia es inspirada? No, es una afirmación que se encuentra a lo largo de la Biblia misma (cf. Ex. 4:15,16; 2 Sam. 23:2; Jer. 1:7,9; Gal. 1:11,12; Ef. 3:3-5; 2 Tim. 3:16,17; 2 Ped. 1:21). La evidencia de la Biblia misma me ha convencido de que es inspirada: Su unidad, su visión de Dios en contraste con las ideas predominantes sobre la Deidad en el mundo de la época, su ausencia de idolatría, sus profecías y promesas, y su cumplimiento. Esta convicción es fundamental en todo lo que hago, y en todo lo que veo, pero no es una suposición; es un principio establecido por la evidencia.
 
El compromiso con la integridad de las Escrituras. El punto de vista de esta controversia no es que los llamados presuposicionalistas crean que la evidencia física deba acomodarse a las Escrituras sin importar los resultados para la lógica y la verdad. Soy consciente de que las Escrituras a veces usan lenguaje figurado, o acomodaticio. Estoy totalmente dispuesto a corregir mi comprensión, o interpretación, de un pasaje si mis observaciones me lo exigen. Sin embargo, no me atrevo a tomar un pasaje de la Biblia en el que toda la evidencia contextual apunta a una interpretación literal y estar dispuesto a realizar alteraciones radicales en mi interpretación, cuando hay alternativas perfectamente racionales para interpretar la evidencia. Lo importante es el compromiso primordial con la integridad de las Escrituras y la fe en un Dios que puede hacer lo que las Escrituras dicen que hizo.
 
Los días de la creación
 
En el relato del Génesis se dedican dos capítulos a la creación: El capítulo 1 trata de la creación general del mundo. El capítulo 2 trata de los preparativos especiales que Dios hizo para el hombre.
 
Se han realizado muchos esfuerzos para usar los diferentes significados del sustantivo “día” en los dos primeros capítulos del Génesis para demostrar que podría significar “una era”. Es un argumento bastante absurdo, ya que, en cualquier contexto, el simple hecho de que un término pueda usarse de varias maneras no prueba el significado de cada uso individual. Eso debe determinarse a partir del uso de la palabra en su oración y contexto.
 
La palabra que más a menudo se traduce como “día” es la palabra hebrea “yom”. En el contexto de los primeros capítulos, se utiliza para referirse a la luz del día en oposición a la oscuridad (1:5). Quizá se utilice para referirse a “tiempo” en 2:4, pero, no es seguro. La idea de que “Estos son los orígenes” podría significar “Estos son los desarrollos posteriores de los cielos y la tierra cuando fueron creados, el día en que Jehová Dios hizo la tierra y el cielo”. No obstante, que este sea el significado preciso de “día” en 2:4 no afecta la verdad de que “día” se usa a menudo para referirse al tiempo en un sentido más general.
 
A lo largo del Antiguo Testamento “yom” suele significar, con mucha frecuencia, un día de 24 horas. En cada pasaje donde se añade un número a la palabra, consistentemente, es decir, siempre, tiene el significado de un día de 24 horas. Según la Concordancia Analítica de Young, la palabra “yom” se traduce “día” 1167 veces. Aproximadamente, 194 veces la palabra lleva un número consigo, y, sin excepción, el significado de la palabra en esos casos es un día de 24 horas.
 
Algunos han mencionado Deuteronomio 10:10 como una excepción. El pasaje dice: “Y yo estuve en el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches…” (RV1960). Se argumenta que en algunas versiones suplen la palabra “día” por “tiempo”. Pero, esto no importa, el hebreo es inconfundible, siempre dice “cuarenta días y cuarenta noches”. Keil y Delitzsch dan la traducción “primeros días”. Así, en lugar de que el pasaje sea una excepción, confirma el punto planteado: que la palabra hebrea “yom”, cuando se modifica con un numeral, significa un día de 24 horas.
 
Por lo tanto, el uso de “yom” indica que la palabra en Génesis 1, cuando describe el primer día, el segundo día, etc., significa un día de 24 horas. Luego, la palabra se define con mayor precisión mediante el uso de “tarde y mañana”, en un contexto donde hemos establecido el día y la noche, la luz y la oscuridad. Es un día de 24 horas con tarde y mañana.
 
Además de lo anterior, la conexión entre este relato y Éxodo 20:11 y 31:17, no da lugar a equivocación. Aunque el Génesis se compone de ciertas secciones (“toledoths”, traducido, “generaciones”) es evidente lo que Moisés enfatizó en Génesis 2:2,3, “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. En Éxodo 20:11 leemos: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.  En Éxodo 31:17 leemos: “Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”. Es interesante notar que la expresión “y reposó” significa literalmente, “respiró”. Dios “tomó un respiro”, no porque estuviera cansado, sino porque se detuvo en su obra creativa, cesando de trabajar en ello.
 
La razón principal del énfasis en los seis días y el séptimo día es mostrar por qué Dios eligió el séptimo día como el día de reposo para el pueblo de Israel. Para que esto suceda eficazmente, los días de Génesis 1, y los días de Éxodo 20:11 y 31:17 deben ser días de 24 horas.
 
La postura creacionista progresiva (días discontinuos en la creación) sostiene que los días de la creación fueron de 24 horas, pero separados por largos períodos de tiempo, posiblemente de millones de años. Por lo tanto, lo que Dios hizo en estos días fue ordenar el inicio de un proceso creativo, pero estos procesos tardaron largos períodos en ocurrir. Sin embargo, si de hecho los seis días de la creación fueron seis días de 24 horas separados por incontables millones de otros días, entonces Dios no descansó en el séptimo día, sino en el día número, ¿2 mil millones?
 
Quiero analizar un argumento presentado por un defensor de la teoría de los días discontinuos, para respaldar la teoría de la separación de los seis días por largas eras. Afirma que “Fructificad y multiplicaos” es un ejemplo de un mandato que no se cumplió en ese mismo día, lo que demostraría que en los demás días de la creación Dios dio mandamientos que no se cumplieron completamente y que requirieron miles, y millones, de años para realizarse.
 
En primer lugar, observe que solo hay dos situaciones entre los seis días en que se usa esta expresión: una en el quinto día, cuando surgieron los seres vivientes del agua y del aire (1:22), y otra en el sexto día, cuando fueron creados los seres vivientes de la tierra, incluido el hombre (1:28).
 
En los demás días el lenguaje especifica que se hizo ese día. El primer día, dijo Dios “sea la luz”, y fue la luz. El segundo día, dijo Dios “Haya expansión”, y así fue. El tercer día, dijo Dios “Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco”, y así fue. Mandó que apareciera la vegetación, y así fue, la tierra produjo vegetación, y vio Dios que era bueno. Al cuarto día dijo Dios “Haya lumbreras…”, y así fue.
 
Hubo ciertas cosas que Dios puso en marcha en esos días y que él quería que fueran procesos continuos. Al tercer día, Dios dispuso que la vegetación se perpetuara procreándose por semilla según su especie. En el quinto día, Dios no llenó inmediatamente la tierra con el máximo número de animales y hombres, pero creó una población viable para ellos. Dado que la creación fue hecha para el hombre, para su uso, existía un mundo vegetal, y había más animales que hombres. Dios no tenía planes morales, o espirituales, para las plantas y animales, y los dejó a que se reprodujeran solos, en cambio, Dios comenzó con dos seres humanos para poder trabajar con ellos y su descendencia.
 
Interpretando adecuadamente Génesis 1
 
Éxodo 20:11 elimina de raíz la teoría de la “brecha”. La teoría de la brecha dice que hay un período de millones, e incluso, miles de millones, de años entre Génesis 1:1 y 1:2. La idea es que, primeramente, fueron hechos los cielos y la tierra, y luego, transcurrieron millones de años. Algunos afirman que hubo una raza humana antes de Adán, y que existieron muchas formas de vida, pero que todo fue vuelto en caos y vacío. Sin embargo, Moisés escribe que, en seis días Dios creó los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Ahora bien, hasta que alguien pueda demostrar que Moisés hacía un uso figurativo de los seis días, y del séptimo día, queda claro que dijo que todo el universo fue creado en seis días. Por lo tanto, defender un uso figurativo del tiempo aquí contradice el uso literal que Moisés hizo de él para demostrar la razón de la semana, y por qué Dios eligió el séptimo día como el “sabbat”.
 
¿Un 
“día” figurativo? A veces se intenta utilizar el séptimo día, el día en que Dios descansó, para mostrar que “día” tiene un significado figurativo. ¿Descansó Dios el séptimo día, o aún descansa de sus labores creadoras? Dado que aún descansa de sus labores creadoras, ese séptimo día se extiende a la actualidad, sin haber finalizado, y, por lo tanto, no es un día de 24 horas. Bueno, cualquiera que fuera el séptimo día en que Dios descansó, ese fue el día en que le ordenó a Israel descansar, ¿qué día fue ese? ¿Es un día figurativo que se extiende desde el fin de la creación hasta hoy, o fue el séptimo día después de los seis días? El punto que se plantea es simplemente que Dios estuvo ocupado en las labores de creación durante seis días, pero que en el séptimo día detuvo sus labores de creación. Había muchas otras cosas que Dios hacía y seguía haciendo, pero el séptimo día fue el día en que detuvo sus labores creadoras, en contraste con los seis días en que estaba creando activamente. No hay intención de mirar más allá de ese séptimo día, como para decir que Dios ha continuado descansando hasta hoy.
 
En este punto, uno tiene una opción. Puede decir: “Debo aceptar lo que dice la Biblia y procurar respetarla y honrarla”. Debo esforzarme por comprender la creación que me rodea a la luz de la revelación de Dios. El libro de la naturaleza debe ser interpretado por el libro de la revelación, no al revés. Pero, algunos examinan las rocas y dicen que éstas indican que el mundo tiene miles de millones de años. Por lo tanto, el mundo no fue hecho en seis días, sino en seis días separados por eones de tiempo, o en seis días que son eones de tiempo.
 
Lo que nos dice el Génesis
 
Hay una explicación sencilla, pero a los hombres, en su sabiduría, no les gusta. No es una que los hombres puedan descubrir por sí mismos; por lo tanto, no es científica: Cuando Dios hizo el mundo, éste fue creado con apariencia madura.
 
Los que ponen el énfasis en el mundo físico, para determinar cuánto tiempo tomó crear el mundo, hablan de extrapolaciones, pero las extrapolaciones no son el punto, y no están entendiendo el punto.
 
El punto es que la tierra tenía la apariencia de edad madura porque Dios creó el mundo en total funcionamiento. En otras palabras, Adán era un hombre adulto, al igual que Eva. Los árboles de los que comían eras árboles con frutos. Los ríos fluían a través de lechos excavados en la tierra. En los deltas ya se había depositado suelo aluvial. El humus cubría el suelo del bosque. El carbón ya estaba en la tierra, pero debido a la forma en que Dios diseñó que el carbón se produjera, a partir de la vida vegetal, la evidencia de las plantas y otros fósiles ya estaban allí. La luz de las estrellas lejanas, necesaria para que los hombres se guiaran y determinaran las estaciones, Dios la puso en su lugar. Debido a que la luz obedecería a ciertas leyes físicas predecibles, la luz procedente de las estrellas distantes lleva las señales correspondientes de haber viajado la enorme distancia.
 
Dios creó la tierra para que estuviera lista para ser utilizada. Algunos críticos dicen que Dios ha engañado a los hombres. No solo es esta afirmación muy tonta, sino que también muestra hasta qué punto han caído en su fe, y en su actitud hacia Dios, quienes afirman eso. Verás, Dios nos dio una revelación en la que nos dijo exactamente lo que hizo, y por qué lo hizo. Por lo tanto, los únicos hombres a quienes él “engaña” son aquellos que no quieren escuchar, leer, y aceptar, el relato que él mismo les ha dado de su creación.
 
Conclusión
 
En el salmo 33 el escritor dice: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca… Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Sal. 33:6,9).