Amor por la verdad



Por Josué I. Hernández

 
La Biblia dice: “Compra la verdad, y no la vendas” (Prov. 23:23). Este versículo nos enseña que hay verdad celestial, tan real y verdadera, como las verdades aritméticas, y es la verdad expresada por Dios. La verdad existe, y podemos conocerla si pagamos el debido precio por ella, para atesorarla y nunca dejarla.
 
El esfuerzo de amor por la verdad se puede ilustrar leyendo, por ejemplo, Hebreos 11. Muchos son los que fueron perseguidos, torturados, e incluso, asesinados por la verdad: “experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra” (Heb. 11:36-38).
 
Todos los apóstoles de Jesucristo, excepto Juan, fueron asesinados por predicar el evangelio. Y sin duda alguna, el mayor ejemplo es nuestro Señor Jesucristo, que siendo consultado por su identidad, si era o no el Hijo de Dios, lo afirmó con total claridad, lo cual le costó la vida (cf. Mar. 14:60-65). ¿Amamos la verdad lo suficiente como para morir por ella?
 
Algunas personas ni siquiera se preocupan lo suficiente como para estudiar y aprender la verdad, a pesar de que el acceso a la verdad celestial es fácilmente accesible. Difícilmente conoceremos a una persona que no tenga acceso a la Biblia. Mucho menos conoceremos a una persona que no sepa de la existencia de la Biblia, la cual es la palabra de Dios, la verdad de Dios (Jn. 17:17).
 
La Biblia se encuentra en casi todos los hogares, y se puede comprar con relativa facilidad en una librería. Es más, se puede descargar legal y libremente desde la Internet. Sin embargo, muchas personas no están dispuestas a estudiar la Biblia para aprender la verdad, mientras que algunos, que pueden reconocer algunos principios de la verdad temen identificarse con ella. A diferencia de los fieles de la Biblia, muchas personas no defenderían la verdad al punto de morir por ella. ¿Qué de nosotros?
 
Hay consecuencias para quienes no aman la verdad (2 Tes. 2:10-12). La entrada al cielo no está disponible para quienes creyeron y vivieron por alguna mentira (Rom. 1:22-32). No obstante, quienes aman la verdad lo suficiente como para estudiarla diligentemente y aprenderla, son alcanzados por la bendición pronunciada por Jesucristo, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32).