La verdad



Por Josué I. Hernández

 
Algunos afirman que no es tan importante lo que creamos respecto al evangelio siempre y cuando seamos sinceros. Otros afirman que una clase de evangelio es tan buena como cualquier otra.
 
Si realmente no importa lo que creamos respecto al evangelio de Cristo, ¿de que sirve la verdad? En semejante caso, un hombre que crea una mentira estará tan bien como otro que cree la verdad. Sin embargo, Jesucristo dijo, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32).
 
La verdad es importante, es muy importante, es más, la verdad es crucial. El Señor Jesús quiere que apreciemos la verdad porque “la verdad” tiene el poder de hacernos libres. ¿Libres de qué? Libres del poder, la culpa y la condenación del pecado. Jesucristo dijo: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Jn. 8:34).
 
Si “la verdad” es necesaria para ser liberados del pecado, ¿cómo podríamos agradar a Dios creyendo y practicando cualquier otra cosa?
 
La verdad que liberta al pecador es la palabra de Dios (Jn. 17:17), el evangelio (Ef. 1:13), la palabra verdadera del evangelio (Col. 1:5), el “poder de Dios para salvación” (Rom. 1:16).
 
Jesucristo advirtió, “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mat. 7:15). Piénselo detenidamente. Si la sinceridad es suficiente, ¿por qué tendríamos que cuidarnos de creer una mentira? Si hay libertad para creer diferentes mensajes no existirían los lobos rapaces. El apóstol Juan escribió, “probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1).
 
Los líderes religiosos a menudo enseñan cosas contradictorias y confusas. Sencillamente, el desacuerdo indica que no todos tienen la razón. Pero, ¿cómo podemos saber quién dice la verdad y cuál está equivocado? La Biblia nos fue dada precisamente para esto. Debemos seguir el ejemplo de aquellos que “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hech. 17:11).
 
Para agradar a Dios debemos recibir y seguir la verdad (Ef. 4:15; 2 Tes. 2:10-12). Esta verdad se encuentra en la palabra de Dios.