En los diversos ámbitos de la vida necesitamos
fuentes adecuadas de orientación, por ejemplo, estándares de peso y medida, para
saber cuánto es un galón de gasolina, o una milla, o simplemente, saber cuánto
es una libra. Sin tales estándares no hay dirección, sino desorden y caos. Sin
embargo, demasiadas personas están usando un estándar incorrecto cuando
procuran agradar a Dios. La conciencia. No
son pocos los que afirman: “deja que la conciencia sea su guía”. Pero, la
conciencia distingue entre lo bueno y malo basada en lo que considera bueno o
malo. En otras palabras, la conciencia podría considerar bueno lo que es malo,
por estar desajustada respecto a la verdad. La conciencia puede llevarnos por
mal camino (Prov. 14:12). Saulo fue guiado por su conciencia (Hech. 23:1)
mientras pecaba contra Dios (Hech. 26:9). Los credos y
confesiones de fe. No podemos fundamentar nuestra fe en la
sabiduría de los hombres (1 Cor. 2:5). Dios ha escogido salvarnos “con la
locura de la predicación” (1 Cor. 1:21). La Biblia es suficiente para hacer
de nosotros la clase de persona que Dios quiere que seamos (2 Tim. 3:16,17).
Debido a que la Biblia suficiente, completa, comprensible e inerrante,
cualquier credo que contenga más que la Biblia, contiene demasiado; mientras
que cualquier credo que contenga menos que la Biblia, contiene muy poco. La mayoría. En
toda época la mayoría suele estar equivocada en asuntos morales y religiosos
(cf. Ex. 23:2). ¿Cuántos fueron salvos en los tiempos de Noé (1 Ped. 3:20)?
Cristo dijo que la mayoría va a la perdición (Mat. 7:13,14). Sencillamente, el
camino al cielo es el camino de la minoría. Los padres. Algunos
se sienten presionados a continuar con la tradición de sus padres para no ser
considerados unos traidores. Otros, siguen la tradición de sus padres porque
aman más a sus padres que a Dios. Sin embargo, el Señor Jesús dijo que debemos
amarlo más a él que a nuestros padres (Mat. 10:37). Pablo estuvo envuelto en el
error religioso debido a que siguió la tradición de sus padres (Gal. 1:13,14). La ley de
Moisés. La Biblia dice que la ley mosaica “Fue añadida a
causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente” (Gal. 3:19), y
la simiente, es decir, Cristo, ya vino (Gal. 3:16). La Biblia también nos
enseña que la ley fue anulada, abolida y cambiada por otra mejor (Col. 2:14;
Ef. 2:15; Heb. 7:12; 8:6).
No podemos
saber cómo agradar a Dios sin que él nos diga cómo hacerlo. No somos los
señores de nuestro camino (Jer. 10:23). Dios nos ha hablado por su Hijo (Heb.
1:1,2) y a su Hijo Jesucristo, debemos oír (Mat. 17:5), tal como los profetas
lo anunciaron (Hech. 3:22-24). Debemos ir a
la palabra de Cristo (cf. Col. 3:16) porque él es la máxima autoridad en el
cielo y en la tierra (Mat. 28:18), y su palabra es ley (cf. 1 Cor. 9:21; Gal.
6:2). El Señor Jesucristo dijo que su palabra nos juzgará en aquel día (Jn.
12:48).