Si la Biblia es la revelación completa y final
de Dios para la humanidad, entonces, quienes buscan conocer esta voluntad deben
estudiar la Biblia con diligencia. Todos los que creemos que la Biblia es la
palabra de Dios sabemos que debemos estudiarla, pero ¿somos tan diligentes en
el estudio bíblico como deberíamos? Consideremos el mandato de Dios a Josué, “Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”
(Jos. 1:8). Meditar en la palabra de Dios fue importante para Josué, y debe
serlo para nosotros. ¿Por qué Josué necesitaba estudiar la palabra
de Dios? Para observar y hacer lo que el sagrado mensaje indicaba y tener
éxito, prosperando en la obra que Dios le encomendó. Su obra era guiar a la
nación de Israel y tomar posesión de la tierra prometida. Dios también nos ha
dado una herencia celestial por la cual luchar, “Por tanto, queda un reposo
para el pueblo de Dios” (Heb. 4:9). Para tomar posesión de Canaán, Josué tuvo que
observar la palabra de Dios, lo cual exigía un estudio diligente para saber qué
hacer. De la misma manera, Hebreos 5:9 afirma que Jesucristo es “autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen”. Por lo tanto, nosotros
también necesitamos entender la voluntad de Dios para ser salvos, lo cual exige
nuestra diligencia en el estudio de la Biblia. En consideración de lo anterior, ¿qué tan
diligentes debemos ser en el estudio del mensaje de Dios en la Biblia? Dios le
dijo a Josué que debía meditar en la palabra de Dios “de día y de noche”.
Hechos 17:11 presenta un ejemplo maravilloso de quienes escudriñaron las
sagradas Escrituras a diario. Debemos seguir este ejemplo.