Credos



Por Josué I. Hernández

 
La mayoría de los grupos religiosos tienen, además de la Biblia, algún reglamento interno, alguna declaración autoritativa de su doctrina y práctica, la cual puede ser llamada credo, confesión de fe, manual, catecismo, o disciplina. Estos credos tienen una característica en común, son invenciones del hombre, no de Dios. Seguramente, la opinión de Dios al respecto es importante para nosotros.
 
Dios nos ha dado en su palabra, la Biblia, la guía perfecta para hacer de nosotros la clase de personas que él desea que seamos y para llevarnos al cielo (2 Tim. 3:16,17). La Biblia es suficiente para cumplir el plan de Dios. Pero, cuando alguno no se conforma a esto, trata a la Biblia como insuficiente.
 
Si la Biblia es suficiente, completa, comprensible e inerrante, ¿por qué necesitaríamos otro estándar de autoridad? ¿Cómo podrían los hombres falibles escribir un estándar mejor que la Biblia?
 
Jesucristo dijo, “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9). Debido a que los credos contienen doctrinas creadas por el hombre, hacen que nuestra adoración a Dios sea vana, o inútil. Para adorar a Dios de forma aceptable, debemos adorar “en verdad” (Jn. 4:24), y esta verdad se encuentra en su palabra (cf. Jn. 17:17; Ef. 1:13).
 
Debido a que todos los credos humanos tratan a la Biblia como insuficiente, difieren de ella; y dado que la Biblia es perfecta, cualquier credo que contenga más que la Biblia, contiene demasiado; mientras que cualquier credo que contenga menos que la Biblia, contiene muy poco. Sencillamente, los credos son el resultado de esfuerzos falibles y presumidos de hombres inconformes con la palabra inspirada por el Dios infalible.