Las diversas opiniones respecto a la salvación
en Cristo se deben a la falta de conocimiento. Sencillamente, muchos desconocen
lo que enseña la Biblia. Algunas personas nunca han oído el evangelio de
Jesucristo, por ende, no han considerado la evidencia de la salvación en
Cristo. Tal fue el caso de Cornelio, quien necesitaba que le enseñaran el
evangelio. En cuanto oyó la celestial predicación, obedeció al bendito evangelio
(Hech. 11:14; 10:30-48). Casos como el de Cornelio suelen ser aislados. Es lamentable observar que la mayoría ignora a
propósito lo que enseña la palabra de Dios. Simplemente, no quieren saber lo
que dice la Biblia (cf. 2 Ped. 3:5). Han cerrado sus ojos, y han tapado sus
oídos, a la verdad del Señor (cf. Mat. 13:15; Jn. 17:17). Así no podrán
entender, y sin entender no podrán obedecer, y sin obedecer no podrán ser
salvos. ¿Por qué tanta gente prefiere las tinieblas en
lugar de la luz, la ignorancia en lugar del conocimiento, la culpa en lugar del
perdón, y el error en lugar de la verdad? Jesús dijo, “Y esta es la
condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”
(Jn. 3:19,20). Hay placer en el pecado, “deleites temporales”
(Heb. 3:13), “deseos engañosos” (Ef. 4:22), y muchos no quieren
renunciar a estos placeres ilícitos. Luego, una vida santa requiere tiempo,
esfuerzo, perseverancia, abnegación, y los pecadores del mundo no están
dispuestos a realizar este esfuerzo, y prefieren ignorar la verdad. Esta es una
resistencia moral. Necesitamos entender que la ignorancia espiritual no es felicidad. El pecado no satisface el alma. Y mientras Dios no pasa por alto esta corrosiva ignorancia, y “manda a todos los hombres en todo lugar, que se
arrepientan” (Hech. 17:30). Esta es la forma para escapar del “lazo del diablo” (2 Tim. 2:25,26). La solución a esta fatal ignorancia se alcanza siguiendo
el ejemplo de aquellos que al oír la predicación del evangelio “recibieron
la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si
estas cosas eran así” (Hech. 17:11). Debemos seguir este ejemplo, y la verdad nos hará libres (Hech. 8:32).