Entender la Biblia



Por Josué I. Hernández

 
Algunos líderes religiosos enseñan que la gente común no puede entender la Biblia, ni siquiera el plan de salvación. Por lo tanto, se requieren líderes formados en algún seminario que expliquen el sentido del texto sagrado, y luego, debemos aceptar la interpretación de estos líderes. Pero, ¿qué dice la Biblia al respecto?
 
En 2 Timoteo 3:16,17, la Biblia dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
 
Según este pasaje, la Biblia provee la enseñanza necesaria para que podamos estar bien con Dios. Tanto así, que sus enseñanzas pueden ser entendidas “desde la niñez” (2 Tim. 3:15). Por esta razón, el apóstol Pablo animaba a los hermanos a leer para entender (Ef. 3:4).
 
En Hechos 17:11, los bereanos fueron llamados “nobles” porque escudriñaron “cada día las Escrituras” para comprobar si lo que se les enseñaba era cierto. Ellos no esperaron alguna intervención sobrenatural para entender el texto sagrado, ni se confiaron en la interpretación de algún predicador. Sencillamente, confiaban en que Dios había revelado su palabra para que la gente común la pudiera entender y se dedicaron a lograr dicho entendimiento.
 
Nuestro Señor Jesucristo habló para que la gente común pudiera entender. Las epístolas del Nuevo Testamento están dirigidas no solo a los estudiosos con formación especializada, sino a los cristianos de diversas iglesias locales, quienes en su mayoría carecían de alguna capacitación académica.
 
Cuando vamos a la Biblia, observamos la marcada ausencia de lenguaje sofisticado, complejo, o altamente técnico, que sea comprensible solamente por las personas con estudios superiores. Por el contrario, en la Biblia podemos observar que Dios se revela en términos que pueden ser comprendidos por la persona común.
 
Si bien es cierto que en la Biblia hay algunas cosas “difíciles de entender” (2 Ped. 3:16), con estudio diligente las podemos entender, si tenemos “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6).