Por Josué I. Hernández
El que ha sido repudiado por causa de
fornicación, ¿puede volver a casarse sin pecar? No son pocos los estudiantes de
la Biblia que responden positivamente, y para ello citan algunos textos de la
Biblia torciendo su sentido. Esta táctica no es nueva, el apóstol Pedro
advertía de aquellos que tuercen las sagradas Escrituras para su perdición (2
Ped. 3:16).
Cuando el Señor Jesucristo fue interrogado
sobre la “causa” para repudiar (Mat. 19:3), señaló el propósito de Dios desde
el principio (Mat. 19:4-6), a lo cual los fariseos replicaron descontentos, “¿Por
qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?” (Mat. 19:7).
Entonces, el Señor contestó, “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os
permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo
que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se
casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mat.
19:8,9).
Es interesante notar como el Señor señala dos
veces el plan original de Dios “desde el principio” (texto griego; Mat.
19:4,8), en contraste con lo que Moisés permitió (Mat. 19:8). Lo que Moisés
había permitido, para el Israel del Antiguo Testamento, no se ajustaba al plan
original de Dios respecto al matrimonio.
Es importante reconocer que Moisés no mandó, ni
permitió, las segundas nupcias de la mujer repudiada (Deut. 24:1-4). El texto
hebreo no dice que la mujer “podrá ir y casarse con otro hombre” (Deut.
24:2, RV 1960), más bien, declara: “y ella sale de su casa y llega a ser
mujer de otro hombre” (Deut. 24:2, LBLA). Los fariseos no podían citar
algún permiso para que la mujer repudiada, y el marido que la repudió,
contrajeran segundas nupcias. Solamente podían citar el permiso para dar carta
de divorcio cuando el marido hallara en su esposa alguna cosa indecente (Mat.
19:8). Por lo tanto, la inferencia que manifestaron, de que se podía repudiar “por
cualquier causa” (Mat. 19:3), no era una deducción válida. Moisés no mandó
el divorcio, porque Dios aborrece el repudio (Mal. 2:16). Cristo dijo que “Moisés
os permitió repudiar”; hay diferencia entre mandar el divorcio,
según la interpretación de los fariseos (Mat. 19:7), y permitir dar carta de
divorcio, lo que realmente hizo Moisés (Mat. 19:8).
Debemos considerar el contraste entre lo que
escribió Moisés, y la doctrina del Señor Jesucristo. El Señor afirmó: “Y yo
os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación,
y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera”
(Mat. 19:9). Si leemos cuidadosamente, el Señor Jesucristo enseña que el
permiso para segundas nupcias solamente es dado al cónyuge que ha repudiado por
causa de fornicación, no al fornicario repudiado. El fornicario repudiado no es
libre para contraer nuevas nupcias, y si se casa nuevamente entra en una
relación de adulterio (“adultera”, tiempo presente).
La cláusula de excepción “salvo por causa de
fornicación” está enlazada con el acto de repudiar por parte del cónyuge
que ha sufrido la fornicación. Es decir, si repudia y se vuelve a casar,
adultera, a menos que haya repudiado por causa de fornicación. La fornicación es
la única causa para repudiar sin pecar.
Piénselo detenidamente. Si el repudiado por
causa de fornicación puede casarse nuevamente sin pecar, siempre puede volver a
fornicar para que lo repudien, y así, contraer nuevas nupcias sin pecar. Esta
doctrina premia la fornicación y hace burla del matrimonio.