Mientras que algunos creen que la Biblia no se
puede entender de la misma manera, otros la malinterpretan sin darse cuenta.
Sin embargo, Jesucristo decía, “Oídme todos, y entended” (Mar. 7:14). Más que algún problema en el proceso mismo de
interpretación, la dificultad mayor es una resistencia moral ante lo que Dios
requiere. Algunos, simplemente, se resisten a la enseñanza de Jesucristo sobre
el aborto, el divorcio, o la homosexualidad, mientras que otros se resisten a
la enseñanza de Jesucristo sobre la salvación y la adoración. Entonces, alegan
dificultades en la interpretación, dejando a la Biblia como un libro complejo y
difícil de entender, en lugar de admitir que se encontraron con algunas
enseñanzas difíciles de aceptar, “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?”
(Jn. 6:60). Más que enseñanzas bíblicas complicadas, hay
demasiados corazones endurecidos por el engaño del pecado (Heb. 3:13). El
problema, por lo tanto, no es la complicación de la Biblia, sino la
complicación de los corazones. Jesucristo nos trajo del cielo la verdad que podemos
conocer (Jn. 8:32), seguir (Ef. 4:15) y obedecer (Rom. 2:8; 6:17). Por lo
tanto, podemos entender cual es la voluntad del Señor para nosotros (Ef. 5:17),
incluso, podemos entenderla desde la niñez (2 Tim. 3:15). Sin embargo, algunos no entienden porque no
estudian con diligencia, o estudian con prejuicios (Mat. 22:29) aferrándose a doctrinas
que contradicen a la palabra de Dios (Mat. 15:9; cf. Mar. 7:13,14). Pero, la
razón principal para la malinterpretación de la Biblia es que a muchos no les gusta
lo que Dios demanda, entonces, cierran sus ojos y tapan sus oídos a la verdad
(Mat. 13:15). A pesar de la oposición general al mensaje de
Jesucristo, las personas que aman a Dios pueden escudriñar las Escrituras
diariamente con una mente honesta y corazón dispuesto, como los bereanos lo
hicieron (Hech. 17:11). En fin, más que confusiones bíblicas, el problema es
que mucha gente carece de “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6), y rechazando
la verdad “se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:10-12).