Malinterpretando la Biblia



Por Josué I. Hernández

 
Mientras que algunos creen que la Biblia no se puede entender de la misma manera, otros la malinterpretan sin darse cuenta. Sin embargo, Jesucristo decía, “Oídme todos, y entended” (Mar. 7:14).  
 
Más que algún problema en el proceso mismo de interpretación, la dificultad mayor es una resistencia moral ante lo que Dios requiere. Algunos, simplemente, se resisten a la enseñanza de Jesucristo sobre el aborto, el divorcio, o la homosexualidad, mientras que otros se resisten a la enseñanza de Jesucristo sobre la salvación y la adoración. Entonces, alegan dificultades en la interpretación, dejando a la Biblia como un libro complejo y difícil de entender, en lugar de admitir que se encontraron con algunas enseñanzas difíciles de aceptar, “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (Jn. 6:60).
 
Más que enseñanzas bíblicas complicadas, hay demasiados corazones endurecidos por el engaño del pecado (Heb. 3:13). El problema, por lo tanto, no es la complicación de la Biblia, sino la complicación de los corazones.
 
Jesucristo nos trajo del cielo la verdad que podemos conocer (Jn. 8:32), seguir (Ef. 4:15) y obedecer (Rom. 2:8; 6:17). Por lo tanto, podemos entender cual es la voluntad del Señor para nosotros (Ef. 5:17), incluso, podemos entenderla desde la niñez (2 Tim. 3:15).
 
Sin embargo, algunos no entienden porque no estudian con diligencia, o estudian con prejuicios (Mat. 22:29) aferrándose a doctrinas que contradicen a la palabra de Dios (Mat. 15:9; cf. Mar. 7:13,14). Pero, la razón principal para la malinterpretación de la Biblia es que a muchos no les gusta lo que Dios demanda, entonces, cierran sus ojos y tapan sus oídos a la verdad (Mat. 13:15).
 
A pesar de la oposición general al mensaje de Jesucristo, las personas que aman a Dios pueden escudriñar las Escrituras diariamente con una mente honesta y corazón dispuesto, como los bereanos lo hicieron (Hech. 17:11). En fin, más que confusiones bíblicas, el problema es que mucha gente carece de “hambre y sed de justicia” (Mat. 5:6), y rechazando la verdad “se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:10-12).