La Biblia alienta la actividad social sana. Los
cristianos son alentados a comer juntos (Hech. 2:46), descansar (Mar. 6:31) y
disfrutar (cf. Ecles. 2:24; 3:22; 9:7-9; 1 Cor. 7:33,34). La Biblia nos informa
que nuestro Señor Jesucristo asistió a una boda (Jn. 2:1,2) y acudió a diversas
cenas (cf. Luc. 5:29; Luc. 7:34,36; Jn. 12:1,2). Sin embargo, la Biblia no autoriza que la iglesia
organice o promueva actividades sociales, ni en el edificio de reuniones, ni en
alguna otra parte. La función de la iglesia local no es organizar, promover, o
financiar, convivios. Cuando la iglesia se involucra en quehaceres sociales,
está dejando de perseverar en la doctrina de Cristo (cf. Jn. 8:31; 2 Jn. 9). Piénselo detenidamente. Si la iglesia organiza
un convivio usando las sillas y el sistema de amplificación, ¿por qué no podría
usar el local de reuniones ? Si usar el local de reuniones para un convivio
está bien, entonces la cocina está bien; y si la cocina está bien, entonces la
cancha de futbol está bien. La iglesia no tiene permiso de Dios para involucrarse
en actividades sociales, ya sea en algún parque, u otro lugar público. La
función de la iglesia es netamente espiritual (cf. Hech. 2:42; 20:7; 1 Cor. 14:26; 1 Tim. 3:15). Cuando
la iglesia se reúne, no se reúne para comer socialmente (cf. 1 Cor. 11:22,34). La iglesia no
tiene permiso, o autorización, del Señor Jesucristo para usar sus recursos (tesorería,
edificio, sillas, sistema de amplificación, etc.) para involucrarse en
actividades sociales. Cuando alguno replica: “La Biblia no dice que
no se puede”, usa el mismo argumento de aquellos que apelan al silencio
bíblico como autoritativo. No hay sabiduría, sino necedad, en aquel que
apela a lo que no dice la Biblia. Es impropio afirmar: “la Biblia no dice que no
se puede”. La cuestión es reconocer lo que Dios requiere, su permiso, su
autorización, es decir, el “escrito está” (cf. Mat. 4:4,7,10), para hablar
donde la Biblia habla y callar donde ella calla (cf. 1 Ped. 4:11), haciendo
todo en el nombre del Señor Jesús (Col. 3:17). Cuando afirmamos: “escrito está”, apelamos a la
autorización bíblica, y actuamos por fe. Por el contrario, cuando alguno
afirma: “no está escrito”, apela al silencio de las Escrituras, y carece de
base bíblica. No queremos pensar más allá de lo que está
escrito (1 Cor. 4:6), ni queremos ser hacedores de maldad (Mat. 7:21-23). Por
lo tanto, debemos adherirnos y conformarnos al patrón de las sanas palabras de
Cristo (cf. 1 Tim. 6:3; 2 Tim. 1:13).