Solución a nuestros problemas



Por Josué I. Hernández

 
Mucha gente cree que los grandes problemas que enfrenta la humanidad se resolverán mediante la sabiduría humana, por ejemplo, con la tecnología o la política. Sin embargo, la sabiduría humana no puede eliminar nuestro más grande problema.
 
Nos preocupan la guerra y el crimen, la corrupción y los hogares desintegrados, el alcoholismo y los niños delincuentes. Sin embargo, la sabiduría humana no puede eliminar la raíz de estos problemas. Todos estos problemas son atribuibles directa e indirectamente al pecado. En otras palabras, somos culpables de estar desobedeciendo a Dios, y estamos sufriendo las consecuencias por nuestra rebeldía.
 
Hemos estado haciendo lo que bien nos parece (cf. Jue. 17:6; 21:25) sin detenernos a pensar en Dios y en nuestro prójimo (cf. Mar. 12:30,31). Esta es la razón por la cual nuestra sociedad está sufriendo las calamidades que padecemos (cf. Gal. 6:7; Rom. 1:18-32).
 
La sabiduría humana no puede desarraigar el problema del corazón de los hombres, “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mar. 7:21-23).
 
El pecador necesita ser liberado de la culpa, del poder, y de la condenación del pecado, y ejercer dominio propio para dejar de hacer lo malo y perseverar “en bien hacer” (Rom. 2:7). Pero, no basta con disponerse a dejar de hacer lo malo y comenzar a hacer lo bueno. El pecador es un esclavo (Rom. 6:20-23) que necesita libertad (Jn. 8:32,34; Rom. 6:17,18), es un muerto (Ef. 2:1,5) que necesita vida (Jn. 10:10; Col. 2:12). El pecador necesita escapar “del lazo del diablo” (2 Tim. 2:26) y el evangelio de Cristo “es poder de Dios para salvación” (Rom. 1:16).  
 
¿Dónde está la fuente de la sabiduría que nos dirija por el buen camino? La Biblia dice, “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Prov. 3:5,6).
 
La sabiduría humana no puede resolver nuestro más profundo problema. Pero, la sabiduría de Dios sí. Hay muchas fuentes de sabiduría humana que promueven estilos de vida “liberadores”, sin embargo, no pueden sustituir a la sabiduría celestial que realmente nos libera y santifica (Jn. 8:32; 17:17).