¿Qué dejaré?



Por Josué I. Hernández

 
En Hechos capítulo 9 Lucas registra el caso de una cristiana de Jope llamada Dorcas, “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hech. 9:36).
 
Pero, Dorcas enfermó y murió. Entonces, los discípulos lavaron su cuerpo y lo colocaron en una sala (v.37). Luego, llamaron a Pedro, quien estaba en la cercana Lida, “Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas” (Hech. 9:39).
 
Aunque Pedro tenía mucho material para predicar un buen sermón fúnebre, Pedro fue instrumento de Dios para algo mayor, la resurrección de Dorcas, “Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó” (Hech. 9:40).
 
No sabemos mucho sobre Dorcas. ¿Qué edad tenía? ¿Cómo lucía? ¿Era casada? ¿Tenía hijos y nietos? ¿Era una mujer con recursos considerables o de pocos recursos? Podríamos comenzar a suponer cosas, pero no lograremos más que eso, suposiciones.
 
Lo que sí sabemos sobre esta excelente mujer es suficiente para plantear una pregunta que vale la pena considerar. Dios enfatiza el bien que ella dejaba cuando partió. Entonces, la pregunta es, ¿qué dejaré cuando ya no esté aquí? Sin duda alguna, dejaré todo lo material que tuve, “porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Tim. 6:7). Entonces, ¿qué encontrarán entre las cosas que deje? ¿Encontrarán evidencia de una vida centrada en Jesucristo?
 
¿Qué dejaré a los demás? ¿Habrá alguien que pueda recordar algún regalo que le di? ¿Recordarán que les visité en sus momentos de enfermedad y necesidad?
 
¿Qué ejemplo dejaré? ¿Dejaré un ejemplo de fidelidad a Jesucristo? ¿Habré animado a otros a permanecer fieles? ¿Mi ejemplo fortalecerá los corazones para permanecer en la verdad del Señor?
 
¿Qué palabras mías recordarán? ¿Serán palabras de aliento o quejas? ¿Palabras de bondad o de amargura? ¿Alguien recordará que le prediqué el evangelio de Jesucristo?
 
¿Qué diferencia habrá cuando parta de este mundo? ¿Me extrañarán mis hermanos en la fe? ¿Dejaré algún vacío apreciable en la iglesia local? ¿Qué dejaré?